viernes, 8 de marzo de 2013

Declaró la primera testigo y sobreviviente: “Sentía el olor a miedo” en la ESMA


Hoy empezó la etapa testimonial en la megacausa. En esta audiencia sólo declaró la testigo Liliana María Andrés de Antokoletz, cuyo caso es uno de los 789 totales investigados en el juicio. La mamá de Daniel, María Adela Gard de Antokoletz, fue una histórica luchadora de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora. El Tribunal Oral y Federal Nº 5 espera la declaración de alrededor de 800 testigos más. 


(FUENTE: www.espaciomemoria.ar)

La primera en contar su testimonio
Liliana María Andrés de Antokoletz inició hoy una de las etapas más esperadas del juicio: la palabra de las víctimas. Ella fue secuestrada junto a su compañero Daniel Antokoletz, quien continúa desaparecido y es otra las víctimas incluidas en el juicio. Además, el caso de Daniel fue contemplado en el segundo proceso judicial por los delitos de lesa humanidad cometidos en la ESMA. 
“Sentía el olor a miedo”: la ESMA
El 10 de noviembre de 1976 Liliana y Daniel fueron secuestrados por una patota de la ESMA en un operativo que duró alrededor de cuatro horas e incluyó agresiones físicas y verbales, además de los daños provocados en la casa. “Nos apuntaban con armas, nos gritaban obscenidades, nos obligaban a tirarnos al piso, golpeaban a mi esposo”, contó la sobreviviente. 
Tras contar el operativo de secuestro con el que ambos fueron llevados a la ESMA, Liliana relató la llegada al centro clandestino de detención, tortura y exterminio. “Nos subieron a un Ford Falco celeste/gris. El viaje fue muy confuso, dieron muchas vueltas. Atrás nos custodiaba un auto Chevi y se comunicaban con frases cortas. Cuando llegamos, nos dejaron en un lugar donde había escalones que nos condujeron al subsuelo (sótano). Me pusieron un número colgado del cuello: el 404 y a Daniel el 041. Estuve en todo momento en el subsuelo. Cuando me subieron a Capuchita escuché gritos de espanto, dolor, terror. Sentía olor a miedo. Tuve la necesidad de ir al baño, me condujeron y en la entrada había tres guardias. Me insultaron y gritaron `montonerita puta, hija de puta´, me manosearon, me golpearon y me insultaron. Fui una segunda vez y se agravaron los insultos. Después ya no quise ir, entonces me trajeron un tacho con excremento, fue una humillación, así fue varias veces”.
“Escuché gritos de Daniel cuando lo torturaban” en la ESMA 
Liliana también contó ante los jueces que “los gritos y ruegos para que paren con la tortura eran permanentes. En un momento hubo muchos ruidos y después terminó, entonces escuché a dos de ellos decir: ´se nos fue la mano con la rubia´. También escuché los gritos de Daniel cuando lo torturaban, me llamó mucho la atención del ruido de pasos de gente que caminaba encadenada”. 
Liliana contó que en los interrogatorios hechos en la ESMA le preguntaban por gente, política y sobre Daniel. “En ese lugar había una cama con un colchón húmedo con correas, había sangre aguada sobre la colchoneta. Me amenazaban y me decían que ahí me iban a picanear. En el tercer interrogatorio, con cinco interrogadores, me dejaron sola. Después, irrumpieron dos con sus armas martilladas, quienes me dijeron: ´acá se acabó todo´. Me corrieron con las armas y después empezaron a reírse. Recibí golpes leves, cachetazos, empujones e insultos. Del otro lado escuchaba risas de personas que veían una película”. Por las preguntas que le hacían, Liliana pudo establecer que “estaban convencidos de que mi esposo era un peligro para ellos por su ideología, por su carácter de constitucionalista internacional y su defensa de los derechos humanos”.
El cautiverio de Liliana en “Capuchita”
En su testimonio, el primero de este tercer juicio por la ESMA, Liliana pudo describir el traslado desde el sótano hasta Capuchita, el sector más alto dentro del edificio del Casino de Oficiales. “Era muy difícil dormir por el miedo. Era una cosa poderosa. Siempre estaba acostada en un colchón en el piso. Tenía las manos con grilletes. Ahí conocí a María del Carmen y su novio. Éramos casi cinco personas en ese lugar. Los guardias tenían la costumbre de subir en cualquier momento y golpearnos”. 
Así contó sobre el lugar de cautiverio ubicado en el ático del edificio, el último piso del Casino de Oficiales. “Durante los casi siete días que estuve en la ESMA había música estridente por altoparlantes, tanto para amortiguar el dolor de adentro, como para no dejarnos dormir”. Además de las torturas, pudo detallar los tormentos a los que fue sometida con otros detenidos-desaparecidos: “Nos daban sólo mate cocido y un pedacito de pan con carne a la noche”. Tal como contaron en otras oportunidades algunos sobrevivientes, Liliana “no quería comer porque creía que nos estaban matando y nos daban carne humana”. 
El último beso con Daniel 
Liliana narró que al cuarto día de cautiverio la dejaron ir al baño y ver a Daniel, quien estaba doblado y le dijo que había sido picaneado en los testículos, las encías y sobre la cicatriz que tenía en el brazo, previa a su secuestro. El encuentro duró dos minutos. Liliana recuerda que Daniel le  dijo que “la maquinita (picana) se aguanta”, buscando darle ánimo. “Ahí pudimos darnos el último beso. Recuerdo sus labios secos y el sabor salado por la sangre. Fue la última vez que lo vi. Por suerte, hoy puedo dar testimonio de su tortura”.
Después de esos siete días de secuestro en la ESMA, Liliana fue liberada. La dejaron a dos cuadras de su casa. “Me pidieron disculpas, me dijeron que la guerra es así: unos ganan y otros pierden. Me sacaron la capucha, me dieron un beso cada uno de los tres. Me dijeron que si me ponía en contacto con algún organismo de derechos humanos o si hablaba de esto son algún familiar, me mataban. Esa despedida con un beso fue una canallada”. 
La ESMA desde afuera
Liliana contó que cuando fue liberada intentó encontrar el edificio en el que había estado detenida-desaparecida. “Después de mucha búsqueda en instituciones militares, a pocos días de mi liberación iba en el auto de mi padre y observé el techo a cuatro aguas, vidrios azules: era Capuchita”. Recordó que en su encierro forzado escuchaba ruidos de una avenida (Del Libertador), aviones y el domingo oyó a una hinchada de fútbol (River). 
La visita ocular en la ESMA 
Liliana contó que cuando volvió a la ESMA para la inspección ocular para la causa judicial notó que el edificio del Casino había sido alterado. “Empecé a recorrer el lugar, buscaba el ascensor y no lo encontré”. También contó que había cuando “estaba detenida, algunas veces me levantaba la venda y pude observar cosas” que ratificó en la inspección ocular. 
Las denuncias en organismos de derechos humanos y otras instituciones 
Daniel era de esos abogados comprometidos con las causas justas, abrazados a la luchas del pueblo. Liliana contó que él percibió que lo seguían: “nosotros recibíamos en casa a familiares de personas desaparecidas”. 
Los hermanos de Liliana presentaron hábeas corpus cuando estaba desaparecida. Los de Daniel fueron presentados por su madre María Adela Gard de Antokoletz, histórica luchadora de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora. Además, Liliana y María Adela hicieron presentaciones en instituciones como Amnistía y el Episcopado. “Fuimos al Ministerio del Interior con mi suegra: salimos aterrorizadas por la arrogancia y autoritarismo”. 
"Durante 36 años estuve esperando este momento" 
Al finalizar su relato, Liliana respondió preguntas de las partes del juicio. Le preguntaron sobre Daniel, a quien recordó como un estudioso del derecho internacional público, reconocido a nivel internacional. “Defendió a los argentinos exiliados en Chile, era querido por sus alumnos”.
Después de tantos años de espera, Liliana pudo hablar ante la justicia y dijo: “durante 36 años estuve esperando este momento. Creo en la justicia, en los Tribunales, en las penas que van a recibir, no en la prisión domiciliaria. Hablo como sobreviviente, hablo en nombre de Daniel y de las personas que no están más. Hablo en nombre de mi suegra, quien no pudo ver la justicia. Ella es la persona que más admiro por su coherencia y lucha en la búsqueda de su hijo”.
Con los ojos llenos de lágrimas, concluyó: “quiero dedicarle este testimonio a mi suegra. Quiero cerrar para parafraseando a Sábato con una cita del Nunca Más que dice: ´Esto fue un descenso al infierno´”. 
Próxima audiencia
Mañana será la segunda audiencia testimonial, desde las 10:00 horas. Entre otros, declararán Vera Jarach y Daniel Tarnopolsky, familiares de desaparecidos e integrantes del Directorio de los organismos de Derechos Humanos del Espacio Memoria y Derechos Humanos (ex ESMA). 

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